El limón y la limonada

El viernes en la tarde hubo inundaciones en la zona metropolitana. En Guaynabo, hay guerra de fango en la disputa por la alcaldía. En días pasados, un niño de 5 años fue hallado caminando solo de madrugada por un residencial de Caguas. Un hombre mató a su pareja en Cataño. El Senado se peleó con Fortaleza por la designación de Ileana Aymat como procuradora de la Mujer.

En resumen, una semana como cualquiera otra en la vieja colonia.

Nuestro diminuto universo sufrió una transformación de enormes proporciones a las 12:00 de la medianoche del pasado 30 de junio. Muy pocos parecen haberse enterado. Con la entrada en vigor del nuevo presupuesto, se afirmó oficialmente el poder hegemónico sobre Puerto Rico de la Junta de Supervisión Fiscal y se acabó, ya de una vez, el último vestigio de gobierno propio que había aquí.

Desde el 1 de julio, cada vez que un policía prende una patrulla para irse a dar rondas, fue porque la Junta lo aprobó. Cada vez que un maestro saca una tiza de la caja para escribir un verbo en la pizarra, es porque la Junta lo aprobó. Las horas muertas que pasan los empleados de las Juntas de Inscripción Permanente de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), son porque la Junta lo permite. Los aires acondicionados enfrían en las colecturías porque la Junta quiere.

No se puede decir que el gallo cante porque la Junta quiere, a menos que sea un gallo criado con algún subsidio. Pero se entiende la idea.

Hay recortes donde quiera que uno mira. En educación, en salud, en servicios sociales, en organizaciones culturales, deportivas, recreativas. Esos están sintiendo y van a seguir sintiendo el zarpazo de la austeridad. Está latente la amenaza de recorte de 20% a la jornada de los empleados públicos. Ese es el látigo que la Junta, cada vez que tiene ocasión, blande ante la mirada angustiada del gobernador Ricardo Rosselló, para obligarlo a portarse bien y seguir recortando donde tenga que seguir recortando.

Al haber aprobado el presupuesto y exigir que el gobierno le rinda cuentas de cada centavo gastado y le rinda informes mensuales de flujo de efectivo y toda esa vaina, la Junta está ejerciendo todo el poder monárquico que le otorgó el Congreso de Estados Unidos en la ley PROMESA. No se va a mover una hoja de árbol aquí a menos que la Junta lo apruebe.

Esto, por supuesto, lo sabíamos hace un año, cuando se aprobó el estatuto. Algunas figuras de la presente administración, sobre todo el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz...

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