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Llueven los recuerdos sobre las cuatro ruedas

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Vincent

yrivas@elnuevodia.com

Allí cada auto tiene una historia particular, especialmente para quien lo colecciona.

Una de estas historias es la de Mike Nolla y su auto MGTD, modelo Cabriolet del 1951.

"A los nueve años lo vi por primera vez en Arecibo y dije que sería mío", dice Nolla.

Así fue como a través de los años le siguió los pasos al carro hasta que en 1978, cuando rondaba los treinta años, logró dar con el auto.

"El dueño me lo regaló", asegura Nolla.

Según éste, el dueño, Guillermo Márquez, era un fanático del automovilismo a quien le recordó la impresión que le causó el auto durante su niñez.

"Era un señor poco amigable, pero nos hicimos amigos y llegamos a pasear en el carro", dice.

Al auto color vino le apodan La Caperucita. Está en perfecto estado y totalmente restaurado. Pero Nolla no lo recibió así, por lo que hace unas tres décadas invirtió unos $ 11,000 en la restauración, dice.

El resultado le trajo reconocimientos y el auto de sesenta años ganó un premio por la Antique Automobile Club of America.

Eso sí, el carro no corre mucho. Tiene apenas 26 kilómetros acumulados. Nolla dice que es muy caluroso, pero lo atesora de todas formas y algunos fines de semana lo saca en sus paseos.

Él estima que el carro está valorado en unos $ 40,000. Pero el cariño que le tiene a su vehículo va más allá del valor material.

"Este carro me ha ayudado a ser perseverante. Lo que uno quiere lo consigue", dice.

En la actividad, hay carpas con modelos Ford de la década de 1928 al 1931. El Club San Juan Model A, Inc. tiene más de una decena de ejemplares en perfecto estado.

Noel Suárez, presidente del Club, explica que los autos son restaurados, según eran originalmente. Desde las piezas hasta los tonos de la pintura.

Eso sí, luego son muy celosos en el cuidado. "Se guardan en la marquesina, con un toldo para que no lo piquen ni los mosquitos", menciona riendo.

Aunque al verlos parecía que...

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