Luego de la transición viene la alarma

Por: Deepak Lamba-Nieves

Centro para la Nueva Economía

Terminó el incómodo periodo de transición que sucede a la victoria de un nuevo régimen. Casi dos meses marcados por celebraciones, revelaciones e indignaciones que rápido se traducen en promesas de cambio y, para las víctimas del viejo orden, en sed de venganza.

Ocho semanas de limbo gubernamental que son terreno fértil para el jaiba que sabe aprovecharse de la confusión para agenciarse una ventaja, un puesto protegido o lavarse bien las manos luego de haberse embarrado con gusto.

De ese sal pa' fuera sociopolítico usualmente emanan nuevas constelaciones de poder y pactos que se caracterizan por ser pragmáticos, a veces contraintuitivos o dañinos: viejos enemigos políticos se reconcilian y algunos con sangre nueva se contagian con una fiebre partidista recalcitrante que resulta difícil de tratar. Para algunos neófitos en su cargo adentrarse en el ruedo político y convertirse en servidores públicos es un sueño hecho realidad.

Fueron nombrados o elegidos, entre otras cosas, para generar cambios positivos y evadir los errores del pasado.

Tengo unos amigos que se encuentran en esa posición. Ya me encargué de las felicitaciones de rigor y de encaminar un diálogo inconcluso sobre los retos y ventajas que enfrentan como miembros de cofradías selectas que han perdido brillo pero mantienen cierto poder.

Las conversaciones, aunque cortas, pasaron rápidamente de palmadas en las espaldas a asuntos técnicos, pues sus agendas incluyen resolver el panorama económico isleño y hacer algo para contrarrestar la falta de empleos y la terriblemente baja participación laboral en la economía formal.

Interesantemente, las propuestas que más les atraen a mis compañeros están relacionadas al apoyo y creación de microempresas. Tal parece que, independientemente de la tribu política, el amor al pequeño emprendedor ha crecido a tal punto que se considera como una solución viable a una gama de males.

El desgaste de la estrategia anclada en la atracción de capital foráneo, vestido de empresa 936, y la falta de evidencia clara sobre los beneficios acumulados luego de años de exenciones multimillonarias otorgadas a mano suelta, han volcado el imaginario hacia el otro extremo. Small is beautiful.

Como estrategia política, respaldar al microempresario es una movida segura y sensata. Según reza el argumento, en estos tiempos de crisis es imprescindible tenderles la mano a los más vulnerables, a aquellos cuyas ganancias se...

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