'Le tenemos miedo a la noche y a las casas'

YAUCO.- "Esta es mi casa", dice la mujer, sin ironía. Lo que Yolanda Lugo, de 60 años, llama "mi casa" es en realidad una caseta de acampar que erigió en el patio de su verdadera residencia, una estructura, grande, fuerte, de cuatro cuartos, de cemento, incrustada en el tope de una resplandeciente loma del sector Lima, del barrio Barinas de esta ciudad.Desde la loma, se ven los montes que rodean a la comunidad, más los valles sembrados de plátanos. Detrás de las montañas, está el Mar Caribe.Siete millas mar adentro de esa costa, a las 4:24 de la madrugada del pasado 7 de enero, se produjo el epicentro del terremoto de 6.4 grados en la escala Richter que estremeció a todo Puerto Rico, derribó o malogró cientos de edificios principalmente en Ponce, Peñuelas, Guayanilla, Yauco y Guánica y alteró dramáticamente, y para siempre, las vidas de los que viven por estas regiones de la isla.La casa de Yolanda no sufrió daños perceptibles. Pero se sacudió con tal violencia en aquella terrible madrugada, y pasó Yolanda tanto trabajo desalojando a toda prisa con su esposo incapacitado, al que casi tuvo que arrastrar para poderlo sacar al patio, que no ha querido volver a entrar.Cuando entra es por obligación y vuelve a salir tan pronto puede. "Me voy a quedar en el patio hasta que se me pase el trauma", dice Yolanda, quien trabajó 25 años como enfermera en Estados Unidos.No es, ni de lejos, la única persona en esta situación. A millas y municipios a la redonda, hay incontables personas durmiendo fuera de sus casas, hayan sufrido estas daños o no. Duermen en casetas de acampar, bajo carpas y hasta en sus carros. Están en los campamentos oficiales de los municipios y en incontables comunidades improvisadas que han surgido de manera orgánica en muchísimos barrios de municipios del sur y del centro de la isla.Se ven desde un terreno junto las emblemáticas letras que dan la bienvenida a Ponce, hasta la plaza pública de Sabana Grande. Están en fincas privadas, en patios de casas, en parques de pelota y a orillas de la carretera. Hay familias enteras, ancianos y ancianas, niños y niñas y personas encamadas, profesionales y obreros.Dos periodistas de El Nuevo Día pernoctamos en el sector Lima, del barrio Barinas de Yauco, con familias que dejaron atrás sus casas, sin saber cuándo van a volver, o si van a volver, y duermen en casetas de acampar, bajo carpas o en sus carros. Queríamos entender cómo se vive a minutos de donde se están moviendo las placas tectónicas...

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