Naturaleza salvaje de los fiordos

EUROPA

Por Manuel Pérez Bella

Los vikingos habitaron en estos puertos naturales que constituyen magníficas fortalezas y un refugio propicio para mantenerse al resguardo de los crudos inviernos de esta latitud extrema, y los vestigios de su cultura persisten en el siglo XXI en la arquitectura, la gastronomía y en el amor por la navegación de los noruegos.

En los pueblos de esta región en el oeste del país, muchas casas poseen embarcaderos propios y los puertos no faltan en ninguna de ellas, ya que el barco es el principal medio de locomoción, sobre todo en los meses más fríos en los que la nieve colapsa las carreteras.

En algún fiordo aislado todavía se pueden encontrar embarcaciones de madera que recuerdan a las que utilizaron los normandos para realizar sus incursiones y razias en Europa entre los siglos VIII y XI.

Las historias de los vikingos se mezclan con las de los "trols", seres mitológicos del folclore escandinavo que se decía habitaban en las cavernas de estas montañas y que ahora tan solo sirven para atemorizar a los niños en los cuentos de hadas y para alimentar las tiendas de regalos, donde proliferan figurillas con su imagen temible.

La mejor puerta de acceso a la región de los fiordos es Bergen, que a pesar de ser la segunda mayor ciudad del país conserva un espíritu apacible, un paisaje privilegiado y unos edificios bien cuidados que recuerdan a casitas de muñecas pintadas a mano desperdigadas al azar por un monte verde de coníferas.

Bergen es una ciudad volcada al mar, que en verano vibra alrededor de su bullicioso mercado de pescado, en el centro, donde las terrazas de los bares permanecen llenas hasta altas horas de la madrugada para aprovechar que en el cielo nunca falta la luz del sol.

Todavía a bastante distancia del Círculo Polar, el sol llega a perderse en el horizonte de Bergen durante unas dos o tres horas, pero su luz no alcanza a desvanecerse y la oscuridad nunca llega a apoderarse del todo de la noche en los meses de junio y julio.

Para comenzar el viaje desde Bergen se puede tomar el tren de la línea a Oslo que recorre con parsimonia las montañas del oeste de Noruega, en un camino atravesado de decenas de túneles que dejan ver el paisaje apenas en instantes, hasta la llegada a Myrdal, localidad en la que se encuentra el apeadero de otro convoy, el lujoso tren FlÃ¥msbana.

Este ferrocarril turístico y a la vez histórico -su construcción comenzó en 1909- conduce al viajero desde las cumbres de las montañas, nevadas...

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