NC***Rosa Lydia transa su demanda, pero el pleito de clase sigue vivo

NC***Rosa Lydia transa su demanda, pero el pleito de clase sigue vivo

EDITORES: Se corrige en el 13er párrafo que la vista fue en el piso 11.

Nydia Bauzá

nydia.bauza@gfrmedia.com

Twitter: @nydiabauza_ph

Aunque dicen que ‘Justicia tardía, no es justicia’, Rosa Lydia Vélez afirmó hoy jueves, que su larga lucha de más de 34 años para que se reconozcan los derechos de los niños y niñas con necesidades de educación especial en el país, no ha sido en vano.

Su hija, Isamar, paciente de perlesía cerebral y quien ahora tiene 41 años, será indemnizada con la suma de $125,000 mediante un acuerdo que firmó Vélez con el Gobierno, poniendo fin a la demanda que entabló la mujer en 1980 contra el Departamento de Educación.

Sin embargo, el pleito de clase que lleva su nombre, seguirá vivo en los tribunales al igual que la fase de incumplimiento de la sentencia de 2002, que obliga al Departamento de Educación a pagar multas diarias de $10,000 por no cumplir con las estipulaciones en torno a los servicios del Programa de Educación Especial.

"Esto se ganó y los niños tienen derecho a ser indemnizados. El padre que quiera buscar su abogado puede hacerlo y reclamar la indemnización de sus hijos”, dijo Vélez a la prensa cuando salía con su hija en silla de ruedas de la sede del Departamento de Justicia, en Miramar, donde se firmó el acuerdo.

El gobernador Alejandro García Padilla estuvo presente en la ceremonia junto con los secretarios de Justicia, César Miranda, y de Educación, Rafael Román.

Vélez, de 66 años, indicó que transó su caso "porque los tribunales se estaban tardando mucho y hay que acelerar estos procesos porque ya ellos (los estudiantes de educación especial) ya ganaron una indemnización”.

"Mi hija ya tiene 41 años y nunca recibió beneficios de las estipulaciones y ya yo voy cumpliendo más años⦠Como madre responsable tengo que asegurar el futuro de mi hija. Como quiera que sea, son 35 años de labor que no tienen precioâ, sostuvo la enfermera graduada de profesión, quien tuvo que dejar de trabajar cuando su hija cumplió la mayoría de edad porque ya no había ningún centro de asistencia bajo el Departamento de Educación que atendiera a la joven. "Yo sigo (la lucha). Desde la mesa del comedor de mi casa, cada llamada que yo recibo de educación especial, la contesto y cuando voy al supermercado cada persona que me detiene, la ayudo en lo que puedoâ, indicó la mujer, quien también estaba acompañada por su hijo Rubén Malaret Vélez y el psicólogo...

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