NO SE DA POR VENCIDA LA INDUSTRIA BIOFARMACÉUTICA

Por Marie Custodio Collazo

mcustodio@elnuevodia.com

La industria biofarmacéutica en Puerto Rico aparenta estar estable, pero tras bastidores hay un ejército de profesionales que se mantienen en pie de guerra para que uno de los sectores más importantes de la economía continúe siendo competitivo en el escenario global.

Por el lado del Gobierno, los funcionarios de desarrollo económico aseguran mantener una comunicación frecuente con los jugadores multinacionales más importantes, al tiempo que examinan las tendencias mundiales para identificar ventajas que se puedan destacar en la Isla. Desde el sector privado, la gerencia local de las biofarmacéuticas está en una carrera continua por optimizar sus operaciones y así contrarrestar los elementos negativos, como el alto costo de la electricidad y la incertidumbre provocada por los cambios contributivos.

Sin embargo, los líderes de ambos sectores destacan que la situación de estas empresas en la Isla debe mirarse dentro del contexto de la industria farmacéutica global. Básicamente, los retos que tiene hoy son los mismos que han tenido por los pasados años, marcados por la baja en los productos nuevos, la expiración de patentes y la consolidación.

Luego de varios años en los que se dieron fusiones y adquisiciones de gran magnitud, que transformaron el panorama, la tendencia hacia la consolidación de la industria continúa pero a menor escala.

Aunque este año se reportó que la empresa Baxter eliminará 400 empleos en su fábrica de Aibonito, ese tipo de anuncios son menos frecuentes que en el periodo del 2006 al 2010, cuando se perdían un promedio de 3,000 plazas por año. Por los pasados tres años, el número de personas que trabajan directamente en las biofarmacéuticas se ha mantenido estable en unos 18,000.

"Es un juego que va a seguir por varios años más, no se ha terminado", expresó el director ejecutivo de la Compañía de Fomento Industrial, Antonio Medina, quien trabajó en la industria farmacéutica por 20 años.

"Las compañías no están teniendo el crecimiento de las ganancias por acción que se veía hace 10 años y el mercado les está exigiendo que demuestren que pueden seguir rindiendo dividendos a los accionistas. Eso lleva a una acción bien agresiva de las compañías para aumentar los dividendos, que se traduce en estrategias de fusiones y adquisiciones para sostener el crecimiento porque sus laboratorios no están produciendo al ritmo que necesitan", añadió.

Por su parte, Iván Román, otrora ejecutivo de farmacéuticas y actual asesor de la junta de la Asociación de la Industria Farmacéutica (PIA, por sus siglas en inglés), comentó que la cantidad de aprobaciones de las agencias reguladoras aumentó, pero cuando se examinan bien, muchas corresponden a usos nuevos para productos existentes, y las moléculas nuevas no abundan.

Mientras, aquellas que están en fila o que se han aprobado en tiempos recientes, ya no persiguen mercados gigantes sino que atienden nichos en los que hay grupos más pequeños de pacientes. Medina señaló que ese movimiento está ligado al segmento de las terapias biológicas.

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