“No se puede contradecir el corazón de la escuela”

La vida de Ana María García Blanco ha sido dirigida por los niños. Propios o ajenos, eso no importa, repasar la trayectoria de la mujer cuyo nombre es sinónimo de la educación Montessori en la isla es descubrir los nombres de los niños y jóvenes que marcaron sus pasos y que la impulsaron a tomar los caminos que la han llevado hasta donde está.

Desde pequeña, García Blanco sabía que su vocación era ser maestra, no porque se viera a sí misma como una figura que deposita lecciones y conocimiento en la mente de los pequeñines, sino porque quería ser una guía, ser la persona que ayudara a identificar las necesidades de los más chiquitos y ayudarles a aprender.

Pero, para García Blanco, enseñar no es algo que solo se hace en los salones de clases. Se hace en el patio de la escuela en las mañanas, en los centros comunitarios en las noches, en las aceras de una barriada por las tardes.

“Para el niño, la persona más importante es su padre, su madre, no importa qué. Entonces tengo que pensar en la escuela de una forma más amplia. Yo no brego con individuos, brego con personas que son parte de una familia, de una comunidad. La escuela tiene que tener los portones abiertos para ellos”, sostuvo García Blanco, quien dirigió por más de una década las riendas de la escuela elemental Juan Ponce de León en Juan Domingo, Guaynabo, una escuelita rescatada del cierre por su comunidad, en 1990, y que se convirtió en uno de los máximos ejemplos de una transformación escolar positiva.

Desde niña ha sido directa, su madre tenía que ir a la escuela a explicarle a las maestras que no estaba siendo irrespetuosa cuando les decía que había nacido en el manicomio.

“Mi papá era el director del Hospital Psiquiátrico, así que nací en el manicomio”, expresó.

De su padre heredó ese talento innato para encontrar soluciones distintas a problemas históricos, pues él permitió que los pacientes que estaban ingresados en la institución de salud mental salieran a trabajar en la agricultura como parte de su rehabilitación. Su madre fue maestra y, aunque no recuerda que la haya empujado hacia esa profesión, no duda que el ejemplo en su casa haya sido inspiración para lo que ella llama su verdadera vocación.

Ahora defiende la filosofía educativa de las escuelas públicas Montessori en la isla en medio de los cambios que se avecinan para el sistema educativo.

¿Cómo fue ese primer contacto con la educación Montessori?

—La escuela Juan Ponce de León la rescatamos en 1990, la escuela había...

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