Oda al CIAPR y al CMC

JULIO E. FONTANET MALDONADO

CATEDRÁTICO DE DERECHO Y EXPRESIDENTE DEL COLEGIO DE ABOGADOS

La exigencia de la ley no es arbitraria; es para garantizar la seguridad y profesionalismo del trabajo realizado. Sería ingenuo pensar que la identidad de esas personas que se hicieron pasar por ingenieros -un senador y el padre de otro- no tuvo que ver con la firma de los contratos cuya ilegalidad resulta evidente. Ante este tétrico escenario, constituye un oasis en el desierto la valentía del presidente del CIAPR al denunciar y exigir una acción correctiva a esta práctica ilícita. Actuaciones como ésta nos recuerdan la importancia de la colegiación compulsoria y de la obligación que tienen las organizaciones profesionales así organizadas de expresarse en situaciones de esta naturaleza.

Lo que hace tres años era meramente el cumplimento de una obligación ministerial, ahora se ha convertido en un acto de valentía. Durante la presente administración, se ha hecho patente que el gobierno no vacila en ejercer abusivamente el poder para acallar la crítica y la disidencia. Y eso lo han vivido este rotativo, la AEELA, la UPR, el Instituto de Cultura, las comunidades especiales y, ciertamente, los colegios profesionales, entre muchos otros. Cómo olvidar las expresiones del secretario de la Gobernación en el momento en que ordenó bajar para aprobación el proyecto para eliminar la colegiación compulsoria de la abogacía cuando constató, precisamente, el apoyo del Colegio de Abogados a los reclamos de los estudiantes universitarios en el pasado conflicto huelgario. Reiteradamente hemos escuchado a legisladores de la mayoría difundir, sin vergüenza de clase alguna, la amenaza de que aquel colegio que ose criticar las ejecutorias del gobierno será descolegiado de golpe y porrazo. Ese ejercicio burdo y...

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