'Ojalá que llueva café en el campo'

Carla Campos"Tengo ocho empleados recogiendo café. En el 2013 tenía 100 para esta época. Se me quedó el 90% de la cosecha en la finca en el 2019". Esas fueron las palabras de Juan Meléndez, propietario de Hacienda Tres Ángeles en Adjuntas, el primer proyecto que la Compañía de Turismo certificó bajo el programa de agroturismo hace cinco años.Las palabras de Juan se repetían en boca de tantos otros empresarios agroturísticos que visité en los campos de Puerto Rico en días pasados como preámbulo al Día Mundial del Turismo que se celebra hoy, con el lema "Turismo y el Desarrollo Rural". A diferencia del resto, Juan logró reclutar siete trabajadores este año; quisqueyanos que dejaron la isla hermana para trabajar en las tierras agrícolas de Borinquén con visa de trabajo. El café llueve… las manos puertorriqueñas para recogerlo faltan.Recogiendo frutos maduros con Juan en medio del cafetal, me explicaba que los programas para incentivar el desarrollo agrícola son abundantes. Desde el "Pon Pa’l Cafetal" (un programa del Departamento de Agricultura para llevar a los trabajadores a las fincas), bonos de Navidad, incentivos por desempeño para trabajadores, y hasta subsidios para la adquisición de semillas y maquinaria. Aún con todas estas ayudas, el reclutamiento de mano de obra se complica con programas más amplios de asistencia al desempleo complementando las ayudas sociales disponibles regularmente.Al salir de las fincas entendí que es precisamente la actividad turística la que tiene el potencial de propiciar el resurgir de nuestro sector agrícola devolviendo el prestigio y sitial al trabajo de campo mediante el turismo rural.El turismo es la expresión más pura de orgullo. Es colocar en un pedestal la esencia de un pueblo; presentándole al mundo su patrimonio. La misma fibra que toca el ver nuestra bandera ondeando en las Olimpiadas o en un concurso de belleza, es la que sentimos cuando le servimos a quien nos visita por primera vez una tacita de café colao’.Si se nos infla el pecho durante estos momentos que nos hacen tan puertorriqueños, ¿por qué no sentir el mismo orgullo de trabajar en el campo? ¿Si a través del turismo rural logramos elevar en un pedestal la esencia de nuestra tierra y se lo presentamos al mundo como carta de presentación, ¿no podríamos devolverle el prestigio a ensuciarse las manos en el cafetal?Aquellos que de manera digna trabajan la tierra del campo puertorriqueño son, literalmente, custodios de nuestras raíces. Como...

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