La pionera con pantalones

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

Capetillo no solo fue pionera en usar pantalones, sino también en impulsar la igualdad de la mujer, su derecho a la educación y su derecho al voto. Y no solo lo hizo en Puerto Rico, sino que extendió su acción feminista por buena parte de la región caribeña.

Luisa, nacida en Arecibo el 28 de octubre de 1879, tuvo una educación inusual para las mujeres de su época. Su madre era una institutriz francesa y su padre, español cuya familia había declinado económicamente, se ocuparon de que aprendiera leer y escribir, lo que le permitió a Luisa consumir volúmenes de literatura cargados de ideales democráticos y anarquistas.

Desde joven sufre el discrimen y el rechazo por convertirse en amante del Marqués de Arecibo, con quien procrea dos hijos que logra sean reconocidos por el marqués, a pesar de haber sido concebidos fuera del matrimonio, algo que para entonces era visto como escandaloso.

Para principios del siglo XX, Luisa se lanza a trabajar con el propósito de zafarse de la dependencia económica del padre de sus hijos. Se convierte en lectora en una fábrica de tabaco y se adentra en las luchas sindicales y feministas, en reclamos de mejores condiciones laborales y salarios iguales para la mujer. En 1908 impulsa ante su unión obrera, la Federación Libre del Trabajo, que se apruebe el derecho al voto de la mujer. Escribe sobre feminismo y derechos de la mujer, convirtiéndose en una de las primeras personas en abogar por la igualdad de sexos. También abogó para que se aprobara una ley fijando el salario mínimo, logro que llegó en 1919.

Su labor como líder obrera la llevó a Nueva York, Florida, México, República Dominicana y Cuba, donde Luisa protagonizó el episodio histórico de "la mujer con pantalones".

En 1915, en La Habana, la considerada entonces como una "anarquista peligrosa" salió a la calle vistiendo pantalones. Eventualmente es arrestada en la céntrica calle Neptuno, por su desafío a las normas vigentes que un vigilante consideró como escándalo, según los periódicos de entonces que narraron el suceso en detalle.

Según el diario El Mundo, tras el arresto, este fue el intercambio entre el teniente de turno y Luisa:

-Amparada en la Constitución me he comprado este trajecito de hombre, que está más en concordancia con mis ideas avanzadas que "una saya de percal planchá", por ejemplo.

-Es que...

-Nada, hijo mío, estoy en mi perfecto derecho de vestirme como me dé la gana.

-La moral, señorita...

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