El poeta de los raptos

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Nadie sabe cómo se comunican los poetas

Aitana Alberti, hija de Rafael Alberti

"Uno pensaría que el texto escrito es el poema pero realmente la distancia entre el papel y el lector es muy grande y la recepción es siempre mediada. Tu necesitas poder desentrañar los contenidos humanos que se ocultan tras la grafía. El poema puede actualizarse en la voz humana a través de los contenidos que les puedes otorgar y que son rebelados a partir de una búsqueda exhaustiva, a través de una búsqueda rigurosa y seria y a la vez dolorosa. Por eso no hablo de lecturas, hablo de raptos", elabora Antonio Salvador Negrón Vargas, filólogo, poeta y ensayista natural de Río Piedras y residente de La Habana desde el 1998 a donde llegó por motivos de salud y donde se quedó y vive con su familia.

Fue allí que la noche en que murió el poeta español Rafael Alberti, una sensación y un llanto profundo le sobrecogió. Pasó la noche escribiendo, rebuscando entre poemas viejos, editando sin saber bien cómo o por qué. "Me topé con un texto que tenía la dedicatoria solamente y un verso idéntico a uno de Alberti de su poemario Fustigada luz. Decía: vuelvo a encontrarme azul", recuerda.

Pasó la noche escribiendo, llorando. Al otro día, una vecina le dio la noticia. "¿Supiste que anoche murió Alberti?".

"Fue una experiencia metafísica, mística, sobrenatural", describe quien después compartió su obra con Aitana Alberti, la hija del poeta, quien prologa su nueva publicación.

El asunto de los raptos lo hermana con la tradición. "En la antigüedad grecolatina y más allá se conocía a los poetas como rapsodas y el hecho de la creación lírica era visto como un instante de posesión sobrenatural, incluso demoníaca, y esas fuerzas sobrenaturales raptan al padre. Por eso en mis lecturas yo me retraigo, me aparto y desde una distancia considerable, no necesariamente física, intento dotar a la palabra de la mayor cantidad de contenidos humanos, tratando de devolver el texto a las emociones, a las ideas, a las cualidades semánticas originales", describe el poeta que lo es hasta en su modo de hablar, gesticulando con sus manos de dedos anchos que aprietan las palabras que va diciendo como si no quisiera perderlas en el aire.

Aún así, Antonio Salvador es enfático en que su poesía no es un carta musicalizada. "Yo no hago spoken word", dice toda vez que destaca la complejidad en términos formales que persigue y asegura que no le interesa como dicen...

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