predios en contrabando

POR Miguel díaz román

miguel.diaz@gfrmedia.com

Cuando la Marina abandonó Vieques en 2001, se desató un boom inmobiliario que disparó los precios de terrenos y residencias a cifras insospechadas. Aparecieron compradores extranjeros, la mayoría estadounidenses, con cientos de miles de dólares en efectivo para el que quisiera vender "su parcela en el Edén". Pero muchos de los suertudos vendedores no tenían títulos de propiedad de su terrenito en el "paraíso".

A la bacanal especulativa de "quién da más" se unieron corredores de bienes raíces, abogados, constructores de viviendas y empresas de servicios. Juntos se acomodaron al margen de la ley.

"¡Eso fue una cosa tremenda! Desde que la Marina anunció que se iba los precios de los lotes aumentaron. ¡Pero a niveles que nunca se habían visto!", aseguró Gustavo Marín, corredor de bienes raíces y dueño de Rainbow Realty.

Marín, también residente de Vieques, indicó que en el boom, que cubre de 2001 al 2008, año en que les afecta la crisis inmobiliaria, los compradores principales eran estadounidenses, seguidos de canadienses, europeos y finalmente puertorriqueños. Según Marín, hubo compradores hasta de Rusia y Bangladesh que buscaban dónde vivir su retiro o pasar el invierno.

Como es de esperar, los terrenos más codiciados y costosos son los cercanos al mar. Pero según Julie Drechtler, otra corredora de bienes raíces que llegó a Vieques tras irse la Marina, el boom provocó que "se vendiera cualquier cosa". Así las tierras invadidas se convirtieron en un negocio redondo para algunos viequenses.

Para entonces hubo ventas espectaculares. "Se llegaron a pagar $800,000 por una finca de ocho cuerdas en el sector Puerto Real, y $1.5 millones por una villa en el Martineau Bay Resort. Pero ese tipo de venta son las menos. La mayoría estuvo por debajo de esos precios", aclaró Drechtler.

Algunos de esos vendedores tenían títulos de propiedad, pero la gran mayoría no, pues eran "dueños" por medio de invasiones a terrenos que la Marina terminó transfiriendo al municipio. Para "legitimar" ese tipo de transacción, los vendedores ofrecen a los compradores un contrato de compraventa para garantizar un dominio sobre el predio, pues la titularidad aún es del Gobierno. El dominio no los hace dueños.

La fiebre de compraventa fue arrolladora, pero algunos nunca vendieron. "Por ahí venían los americanos con chavos en maletines para hacer ofertas a la gente. Nos ofrecieron $125,000, $150,000 y $200,000. Nuestra casa no está...

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