La princesa eterna

Por Jorge L. Pérez

jperez@elnuevodia.com

Se estima que unos 4,000 policías, y 2,200 soldados, estuvieron encargados de controlar al público.

En el interior del templo, 3,500 invitados presenciaron la boda del también Príncipe de Gales con Diana Spencer, una mujer de 20 años de edad y procedente de una familia de la nobleza menor, que cautivaría a Inglaterra con la sencillez de su sonrisa.

Por último, se calcula que 750 millones de personas vieron la ceremonia alrededor del mundo, produciéndose la que hasta entonces había sido la mayor audiencia de espectáculo televisado alguno.

¿Otros números?

La coleta del traje nupcial de la novia tenía 25 pies de extensión, contrastando marcadamente con la elegante sobriedad del uniforme de comandante naval que lucía el novio, de 32 años, heredero al trono que ocupaba (y ocupa aún) su madre, Elizabeth II.

Después de la ceremonia, la pareja se trasladó al Palacio de Buckingham, hogar de la familia real inglesa, en cuyo balcón principal, exactamente a la 1:20 p.m., hora local, Charles besó a Lady Di, para público regocijo de un país que había obtenido un día feriado especial para disfrutar de tan magno acontecimiento.

Nada de esa magnitud había vuelto a ocurrir hasta el próximo viernes, cuando el príncipe Guillermo, hijo mayor de la pareja, contraiga matrimonio con Kate Middleton en otra ceremonia que debe paralizarle el pulso a medio mundo.

En esa ceremonia, naturalmente, estarán la reina Isabel II y el príncipe Carlos, aunque tal vez ambos se vean un poco opacados por el intenso aroma del recuerdo de Lady Di, venerada con pasión en su país aún más de 13 años después de su muerte.

La boda de Lady Di con el príncipe Carlos parecía ser apenas el comienzo de un cuento de hadas, una historia en la que una muchacha que destilaba humildad y simpatía terminaba casándose con quien debía ser el soltero más codiciado de lo que quedaba del imperio británico.

Para los ingleses, tuvo un significado adicional: era la primera vez, en tres siglos, que un heredero al trono se casaba con una ciudadana británica.

De hecho, se dice que unas de las objeciones que miembros de su familia le manifestaban al príncipe Carlos cuando éste por primera vez dio a entender que había boda a la vista, fue que ella parecía "demasiado abrumada" por la importancia de su futuro marido... y que él no parecía estar verdaderamente enamorado de ella.

De hecho, ella misma confesaría años después que le llamó Sir (señor) hasta que se casaron.

Lo...

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