Un pueblo de contradicciones

Por Gloria Ruiz Kuilan

gruiz@elnuevodia.com

La mejor analogía para el municipio de Luquillo está en su plaza pública. Por uno de sus costados se divisa el mar azul intenso, pero la ausencia de árboles hace inhóspito el lugar. No atrae. Así mismo se percibe Luquillo.

Es un municipio con múltiples atributos que no son capitalizados y, por ende, no invita a visitantes, más allá de los asiduos. Ese factor le impide escalar a un progreso económico mayor.

Caminar por el casco del pueblo implica ver más contradicciones. Chocan las estructuras abandonadas con los imponentes edificios altos de vivienda, mayormente para vacacionistas. Sin embargo, la mayoría de los ingresos municipales no provienen de la contribución sobre la propiedad, sino de otros renglones. Luquillo tiene un superávit de $ 1,996,855, revela la Oficina del Contralor.

De acuerdo con el censo del 2010, su población aumentó de 19,817 a 20,068. Pero ese factor se estrella con un alza en el desempleo. En noviembre de 2010, la tasa de desempleo era de 20.4% y llegó a 22% en noviembre de 2011.

"Para mí, está malísima la cosa. No hay trabajo. Van a otros sitios a trabajar", dijo el luquillense Fidel Figueroa. Opinó que el alcalde José González Ortiz, que lleva doce años en el poder, es uno "con suerte".

La plaza pública está bordeada por una vía pública que conduce a El Yunque, pero no permite la entrada de regreso directo al casco urbano. A esto se une que El Yunque, que anualmente recibe 1.4 millones de visitantes, según precisó su supervisor forestal, Pablo Cruz, aunque es parte de Luquillo, turísticamente no se vende de esa forma. Tanto para el turista local como para el internacional, a El Yunque se llega por el pueblo de Río Grande. Pocos conocen o utilizan la carretera 191 de Luquillo, que conduce a otra de las entradas de ese pulmón del área este. Esa carretera también lleva a la cascada Las Pailas, un hermoso torrente de agua que emana de El Yunque y que relativamente pocos conocen.

Carlos Concepción es un luquillense que en su residencia puso bloques de cemento jalda abajo para que el que quiera llegue hasta la cascada. Por ello, cobra 50 centavos por peatón o $ 5.00 si estacionan el auto en su propiedad.

"Vienen muchos turistas, pues porque (la cascada) está en internet. Lo conocen más que los mismos puertorriqueños", dijo.

Por la entrada de la 191 está la vereda Angelito, que tiene un bosque primitivo que lleva hasta el río Mameyes. Ese cuerpo de agua llena la charca Las...

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