Pueblo V. Ramos Santos 1992, 132 D.P.R. 363

AutorDra. Ruth E. Ortega-Vélez
Páginas431-433

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Privilegios del Estado.

Hechos: El 3 de enero de 1989, en horas de la noche, el Policía William Acevedo Martínez, fue herido a cuchilladas mientras prestaba vigilancia en el Parque Muñoz Rivera. Murió mientras era trasladado al Centro Médico.

La noche en que ocurrieron los hechos el guardia de seguridad Pedro Hye González prestaba vigilancia en el Tribunal Supremo. Vio que desde el Parque Muñoz Rivera se acercaba una persona hacia los portones principales del Tribunal. Desde la parte de adentro del portón le preguntó que para dónde iba. Este le contestó que estaba buscando salida. Hye González le indicó que la salida era para atrás. La conversación duró de seis a diez segundos. Minutos después de haber hablado con esta persona, oyó unos gritos. Cuando miró en dirección a los gritos vio a una persona que venía corriendo con la mano en el cuello. Hye González se dio cuenta que se trataba de un policía y abrió el portón. El policía herido le dijo que su agresor le había quitado el arma. Hye González llamó al Cuartel y cuando llegó la patrulla lo montaron y se lo llevaron al hospital. Hye González identificó al acusado apelante en Sala. Desde el día de los hechos no lo había visto, aunque vio sus fotos en el periódico cuando lo arrestaron.

El Sargento de la Policía Juan A. Oliveras Nazario declaró que iba hacia su casa cuando recibió la llamada indicando que habían asesinado un policía. Se

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personó al Cuartel donde el retén le dijo que contestara el teléfono, que había información. La persona que llamó tenía voz femenina y no se identificó. Le dijo que Gerardo Ramos Santos, que se encontraba evadido del Campamento Penal de Guavate, había entrado al apartamento 1003-A del Residencial Las Acacias, con un revólver en la mano y la ropa ensangrentada. La confidencia mencionó el nombre de Judith y de Gerardo.

El Sargento Oliveras Nazario, con policías armados, se personaron al Residencial Las Acacias. Rodearon el edificio y registraron piso por piso. El Sargento Oliveras Nazario vio al acusado apelante a través de unos bloques ornamentales. Al no abrir la puerta, la policía la derribó. El acusado apelante y María Judith huyeron hacia el apartamento contiguo brincando de un balcón a otro. El Agente Figueroa Garay ocupó una cuchilla que se encontraba sobre una mesa en el apartamento. Estaba cerrada y tenía manchas de sangre. Acto seguido, el Sargento Oliveras Nazario se dirigió al apartamento contiguo, y tocó a la puerta. El...

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