Lo que Puerto Rico no es

Ala medianoche del lunes observé las imágenes de los desórdenes en los alrededores de La Fortaleza. No recuerdo una situación como esta, salvo la revuelta nacionalista de 1950 cuando era niño. Este no es el Puerto Rico al que dediqué una existencia consagrada al servicio público.Veo en la pantalla a Roberto Prats, posiblemente la voz más moderada del Partido Popular, justificando el horrible comportamiento de los manifestantes. Habla del derecho constitucional a protestar y exigir la renuncia del gobernador, y amenaza con el escalamiento de estas manifestaciones hasta que Ricardo Rosselló Nevares abandone la gobernación. Lo que resta es que el gobernador electo por el pueblo sea depuesto por la violencia.Esa violencia que veo -adoquines fragmentados, botellas, rótulos, pedazos de madera usados como misiles contra agentes de la Policía, zafacones incendiados, gases lacrimógenos y pimienta, escudos, barricadas, personas jóvenes semidesnudas profiriendo toda clase de indecencias contra los policías, pintándolas en paredes de antiguas edificaciones, incluida la histórica Catedral; todo tan parecido a los desórdenes...

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