Un puño en la boca

El gobernador Ricardo Rosselló se abrió el pecho a lo Superman y sacó a pasear a otro que la mayoría no sabíamos que tenía por dentro. Después de más de un año encajando con diplomacia y sonrisa dócil las ofensas, los insultos y los desdenes de Donald Trump, el gobernador finalmente demostró que tiene sangre en las venas y dijo: "Si el abusador se acerca, le voy a dar un puño en la boca".Hay motivos fundados, claro, para sospechar de la estrategia y del momento. Poco acto político es espontáneo. Está ahí "el caso Carmen Yulín Cruz", alcaldesa de San Juan, posible rival de Rosselló el año próximo, demostrando que atacar al presidente abre puertas en círculos de Estados Unidos, donde se desprecia con pasión (y demasiado a menudo con razón) a Trump.Pero, para efectos de este análisis, suspendamos el cinismo y démosle el beneficio de la duda al gobernador. Actuemos bajo la premisa de que lo alcanzó el fuego de la indignación que hace tiempo siente buena parte de Puerto Rico (hay otra buena parte, bendito, que no tiene remedio) por la actitud consecuentemente de desprecio del presidente hacia la isla.Olvidemos aquella imagen imborrable, desafortunada, hasta dolorosa, del gobernador haciéndose un sonriente selfie con Donald Trump, durante la visita de este a San Juan, en el mismo momento en que cientos de puertorriqueños morían por la falta de atención en los días después de la bestial embestida de María.Creamos, por hoy, que Rosselló sabía lo que decía cuando en CNN, que se ve en todo Estados Unidos, expresó palabras de las que se puede interpretar que son una amenaza de violencia física contra Donald Trump. Creyéndolo sincero fue que alguna gente en Puerto Rico, al oír al gobernador, exclamó: "¡Bien merecido!"Lo de Donald Trump contra Puerto Rico (y contra Rosselló) lleva tiempo. Días después del huracán, cuando vivíamos algunos de los días más duros de nuestra historia, en Estados Unidos la cosa era "business as usual" y Donald Trump se preguntaba en voz alta cuánto le costaría la reconstrucción de la isla. Cuando vino, nos trajo el desgraciado espectáculo de verlo tirándole papel toalla a gente ávida por su propio selfie, mientras muchos otros estaban a la intemperie, pasando hambre y sed o morían esperando un médico, víctimas de una infección tratable, en la oscuridad de una calurosa sala de hospital sin luz.Trump dijo una vez que los puertorriqueños queríamos que se hiciera todo por nosotros. Ha hecho coro a comentaristas racistas que dicen...

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