Punto de partida como punto final

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

El texto debe resultar convincente para cualquiera que tenga a la base de su fe la decena de mandamientos que Moisés se encargara de dejar bien esculpida en las tablas de la conciencia universal. No matarás. Punto de partida. No en balde, es en torno a este respeto fundamental a la vida humana que se ha desarrollado la conciencia moral de la humanidad.

Si pensáramos desapasionadamente, descubriríamos que la mejor manera que tiene un Estado para disuadir todo acto que atente contra la vida, es cuando él mismo se autolimita cívica y racionalmente a partir de un punto infranqueable: el de la vida misma. Educaría, así, coherentemente, con el ejemplo y no, incoherentemente, como cuando comete el mismo acto que pretende deplorar. La autolimitación diría a cada ciudadano, desde el día mismo en que irrumpe con su grito inocente en sociedad: "Celebramos tu nacimiento. Ni siquiera el Estado puede arrebatarte la vida. Vive y respeta la vida".

De este modo, la ley religiosa y la ley civil, cada una desde autonomía, aportarían un mensaje tan contundente como estimulante. Pero, lamentablemente, tanto la una como la otra aún no llegan a este radicalismo de un modo final y firme. Por este motivo, el caso de Edison Burgos (culpable), como antes el de Juan Meléndez (estudiada incriminación de un inocente), debe seguir comprometiéndonos en este camino.

Para la iglesia católica, que tiene un celo natural por la tradición, no le es fácil acelerar este nuevo planteamiento, máxime cuando alguien de la autoridad de Tomás de Aquino ha estipulado que: "El bien común es mejor que el bien particular de una sola persona. Por tanto se debe sustraer un bien particular para conservar el bien común. Ahora bien, la vida de algunos hombres pestilentes impide el bien común". El desenlace se escribe solo. Sin embargo, podemos constatar que la doctrina ha ido evolucionando en las últimas décadas, más aún a nivel teológico y de las conferencias episcopales contemporáneas. Entre nosotros, basta leer el excelente artículo "¿Pena de muerte?", del obispo de Ponce, Mons. Félix Lázaro, Sch. P., publicado la semana pasada en El Visitante. Su conclusión, ajustada a los signos de los tiempos actuales, resulta verdaderamente aleccionadora: "Hoy la...

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