Pura voluntad para rehabilitarse

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuevodia.com

Aunque nunca abandonó la escuela, Wanda (nombre ficticio) entraba y salía de la vivienda de sus padres, a veces desapareciendo por días o semanas. Llegó a la universidad, trabajaba y terminó un bachillerato. Pero, llevaba una doble vida y terminó en la cárcel convicta de distribución de drogas, posesión de armas y asesinato, cuente la mujer a El Nuevo Día.

"Usé todas las drogas habidas y por haber", recuerda. Tenía 21 años cuando entró en la cárcel de Vega Alta... la primera vez. En total, ingresó cuatro veces a la Escuela Industrial de Mujeres.

No era parte del grupo más numeroso de reclusas que, en general, no termina cuarto año y proviene de residenciales públicos y es de bajos recursos económicos, pero también sufrió el ostracismo familiar al que son condenadas.

"Mi relación familiar siempre fue disfuncional. Hubo abuso sexual de parte de mi papá y maltrato, mucho deterioro emocional y sicológico. Cuando entro a la cárcel, toda mi sentencia la hice sola porque (los familiares) me dijeron que ellos no me llevaron allí", cuenta. En cierta medida, lo prefería así, dice. Como no le enviaban dinero para comprar los artículos que necesitaba de la comisaría, se manejó con los recursos que tuvo a la mano. "En mi época tú negociabas. En el área de salud mental te daban medicamentos y eso lo negociabas por cigarrillos, y cuando estaba más ubicada yo trabajaba en la cárcel. Era una confinada limitada".

Años después, es una persona rehabilitada, casada con hijos y con un trabajo estable. Pero la rehabilitación no fue resultado del sistema correccional. La construyó ella, peldaño a peldaño.

"No hay rehabilitación. El sistema falló en ese sentido. Tú no rehabilitas a una persona teniéndola allí jugando dominó. Tú sacas a un confinado y lo devuelves a donde vivía, sin preparación y sin nada y ¿qué va a hacer esa persona? Porque la sociedad no está preparada, ni siquiera para (recibir) a los rehabilitados", afirma.

Se refiere a la falta de apoyo para que el exconfinado se reintegre a la sociedad. "Fui a una oficina que se supone que le busque empleo y ayudas al confinado que sale. Han pasado muchos años y todavía estoy esperando que me llamen", declara.

Para salir del ciclo, "en la última vuelta mía, yo me había cansado tanto de entrar y salir que le pedí a la jueza que me enviara a un hogar de rehabilitación. Entendía que no podía seguir viviendo así. Tenía 24...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR