Restaurador de santos

AIBONITO.- "Me envuelvo en salvar la vida de las obras porque pertenecen a la humanidad, para que a través del tiempo sean elementos positivos para los jóvenes y para todo el mundo".Así explica Guillermo López Bauco la pasión que siente por la restauración de obras de arte.Natural de la provincia de Mendoza en Argentina, Bauco (segundo apellido que usa como nombre artístico) creció con el ejemplo de su padre, un habilidoso autodidacta que construía muebles y pintaba murales, por los que no cobraba un centavo.Emigró a Estados Unidos y se convirtió en empresario y, luego de mudarse a Puerto Rico en 1973, se dedicó a pintar y abrir galerías de arte.Con la crisis económica y los retos para vender arte, miró hacia la conservación de las obras.Se comunicó con el reconocido restaurador de California, William F. Hanny II, quien desarrolló fórmulas y técnicas y publicó libros, entre ellos Handbook of Paper Conservation. Aunque ya no aceptaba alumnos nuevos, recibió a Bauco, quien terminó como restaurador certificado."Tuve el privilegio de ser discípulo de un gran maestro de la restauración, que me enseñó las técnicas que para mí fueron sagradas", afirma el hombre que, junto con su esposa Olga Folch Alfonzo, y sus hijos, se mudó hace algunos años a Aibonito."Nos mudamos y nos reinventamos", dice Olga, patóloga del habla de profesión y la mente emprendedora y comerciante del dúo.Elaboradas con o sobre tela, canvas, papel, madera y yeso, o madera, el argentino-boricua de 74 años ha restaurado un sinfín de obras.Entre las piezas que ha restaurado se cuentan obras de los siglos 16, 17, 19 y 20, de Bernardino Louini, discípulo de Leonardo DaVinci; del pintor francés Camille Corot; del neo impresionista Camille Pissarro; de discípulos del pintor francés Degas; de los pintores españoles Fraile, Juan Antonio Morales y Azaustre; de Luis Peressol; de Desangles y Yorgi Morell, pintores dominicanos; y de E. J. Fisher, entre muchos otros.Hace también algunos años ya que se dedica a restaurar arte sacro -pinturas sobre lienzo e imágenes, de gran formato en su mayoría- que están en templos; entre ellos iglesias de Aibonito, Coamo, San Germán, Villalba y San Juan.Madera y energía"Cuado una pieza llega a mi taller, uno se autoevalúa. Muchas obras llegan para botarlas al zafacón. Cada pieza es única, como los seres humanos. Cuanto más chavada está una obra, es un reto para mí porque me envuelvo en salvar la vida de esa obra", afirma el restaurador, quien cree...

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