El riesgo de confundir la política y la gestión pública

Se recogen nombres y se reparten sobres. Se venden taquillas y se toma asistencia en los eventos de recaudación de fondos. En algunas oficinas, la participación en los cierres de campaña de un partido o en los bailables para celebrar el cumpleaños de un candidato tiene más peso que el mérito de un empleado para tener un ascenso.La reciente salida de Guillermo Miranda de su escaño en la Cámara de Representantes, tras despedir a una empleada que se negó a contribuir a su campaña política, dejó en evidencia cómo el servicio público, en ocasiones, queda relegado a un segundo plano mientras reina el servicio al partido."El país ha sido víctima, en las últimas décadas, de lo que se conoce como el patronazgo político. Esa influencia y esa sobredosis de política partidista ha borrado de la faz de la administración pública lo que es un servicio público íntegro. De ahí a la corrupción política y administrativa, hay un solo paso", expresó el profesor en Administración Pública y exsecretario del Trabajo Víctor Rivera Hernández."Se olvida que la lealtad del servidor público es al gobierno como institución y no es al partido político en el cual milita", añadió.Sin embargo, las últimas décadas han dado cuenta de cómo esta máxima se invierte consistentemente, destacó el exrepresentante del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) Víctor García San Inocencio."El tema de los empleados a los que se les requiere que aporten es un tema viejísimo en la Legislatura", señaló García San Inocencio, al recordar que funcionarios han sido obligados a renunciar a sus cargos, han sido multados y hasta encarcelados por desviar fondos públicos, sobornar a contratistas o forzar a empleados para aportar a campañas políticas.En 1994, Gilberto Moreno Rodríguez renunció a su escaño en la Cámara de Representantes por el Partido Nuevo Progresista (PNP). Una investigación de un fiscal especial independiente reveló que permitió la malversación de fondos públicos en su oficina.En 1995, el exrepresentante popular Fernando Tonos fue el primer legislador en resultar convicto por corrupción, luego que se declarara culpable de un esquema de empleados fantasmas en su oficina legislativa.José Granados Navedo, quien llegó a ser vicepresidente de la Cámara baja, renunció a su escaño legislativo en 1999 tras reconocer que, en 1988, recibió más de $100,000 para su campaña política en una caja de parte de Jorge Garib, uno de los involucrados en el fraude del Instituto del Sida. En 2007, fue...

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