Salones

Yara Liceaga

Así que con el mismo amor que los llevaron, madres y padres se preguntan, ¿pero, y ahora, qué hago yo con este muchachito o estos muchachitos?

La madre y el padre tienen varias opciones: la primera es unirse a la huelga junto con sus hijos y enseñar con el ejemplo el valor colectivo que tiene la unión en beneficio del grupo y que incide en su bienestar individual; la segunda es llevárselos a sus respectivos lugares de trabajo; la tercera, dejarlos en la casa, como una extensión desagradable de las vacaciones -desagradable para los padres, por supuesto- o con algún amigo o familiar que milagrosamente esté disponible.

Si una cosa como esta sucediera, masiva, opulenta y feroz en su magnitud, no habría otra alternativa que buscar otra opción a dejar desprotegidos de una vida digna después del servicio a una de las clases trabajadoras más valiosa dentro de cualquier sistema: el magisterio.

Una vez cientos de miles de padres y madres ejerzan presión sobre quienes deben ejercerla, el Gobierno, cabe la...

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