Semilla

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

La realidad es que ese asunto del arroz surgía en un momento delicado, cuando en el partido de gobierno discutían la presunta asamblea constitucional de estatus. Sospecho que no convenía que un acto de injerencia flagrante desde la metrópoli, en algo tan aparentemente baladí como un grano de arroz, levantara comentarios incómodos.

De modo que, cada vez que un periodista preguntaba por qué se había prohibido la entrada de semillas dominicanas, los entrevistados cambiaban el tema. No respondieron la pregunta. Ni la van a responder jamás. A uno de ellos se le ocurrió decir que las semillas de arroz dominicanas estaban prohibidas por temor a plagas.

Eso no tiene pies ni cabeza. Si hay una producción rotunda y saludable de arroz en América Latina, es la de República Dominicana. Cosechan arroz en abundancia, de excelente calidad. No sé si en algún momento habrán tenido algún problema en los cultivos, pero en muchos años no he leído que se haya arruinado la cosecha por culpa de ninguna plaga. Aquí, en cambio, no va a quedar naranjo con cabeza. Y la broza del café sigue causando estragos. Uno diría: tanto que nos cuidan de las plagas, y resulta que estamos cundidos.

Lo de las semillas de arroz, que al final hubo que comprarlas a otra empresa que las procesa en Texas, es un asunto de pura imposición política e interés económico. Aquí vinieron expertos dominicanos, adiestraron a los agricultores puertorriqueños, y cumplieron con su deber de informar que las semillas que mejor se adaptaban a nuestro clima y a las condiciones del suelo, eran las que ellos sembraban. Es lógico: tienen décadas de experiencia.

Del Departamento de Agricultura federal mandaron entonces una carta rechazando la semilla. Me pregunto si, con esos truenos, se llevará a cabo el cacareado proyecto con Colombia para reactivar el cultivo de la caña. Y del mismo modo, otros intercambios agrícolas o comerciales.

Cuando se habla de potenciar la presencia de Puerto Rico en círculos internacionales, hay que ser realistas. Un país que quiere participar con voz propia en organismos regionales, no puede estar expuesto a que de buenas a primeras baje una comunicación federal y lo haga quedar en ridículo.

Me parece que la cosa a veces toma ribetes fantasiosos. Que el Gobierno ponga esa fantasía al servicio de su propia imagen, como lo está haciendo, y juegue a las relaciones internacionales para impresionar, va y pasa. Pero que la oposición con pensamiento crítico se...

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