Señales y acciones

Cuando a Wanda Vázquez el puesto de gobernadora le cayó del cielo por una jugarreta del destino, casi nadie esperaba mucho de ella.El país la veía como una figura muy estrechamente vinculada a Ricardo Rosselló, con un desempeño cuando menos discreto, si no del todo vacuo, en el Departamento de Justicia. Se le veía, sin que pueda catalogarse de total locura, como alguien que le costaba olfatear la tremenda peste a corrupción que hace tiempo envuelve la gestión pública aquí.En la clase política tampoco la tomaban muy serio. En el Partido Nuevo Progresista (PNP) le creyeron cuando dijo, más de una vez, que no tenía interés en la gobernación y por eso, cuando zozobró el intento de Pedro Pierluisi de ser gobernador, en el PNP limpiaron con fragancia de lavanda los salones para hacerle un baile de coronación a Jenniffer González.Así estaban las cosas hasta más o menos las 10:15 de la noche del 7 de agosto, cuando Vázquez dio su primer mensaje al país como gobernadora.Conviene detenerse un momento en el contexto de aquellas horas críticas. Ese mismo día, el país había amanecido con Pierluisi aún gobernador, días después de haber juramentado en secreto y bajo una fuerte sospecha, después confirmada, de ilegalidad.Catorce días antes, Rosselló se había convertido en el primer gobernador del ELA en no concluir su término. Cuando Vázquez empezó a hablar, nadie sospechaba que tan tremenda turbulencia estaba por terminar.La gobernadora dijo aquella noche lo que el país necesitaba oír. Reconoció la legitimidad de las protestas y manifestó: "Además de responder a un deber, respondo a un emplazamiento colectivo que exige darles estabilidad a nuestras instituciones gubernamentales, pulcritud a los procesos y participación amplia a todos los sectores en el ejercicio democrático que es la gobernanza de un pueblo".Agregó que en los próximos días citaría a "los diversos sectores de la sociedad civil y partidos políticos, líderes comunitarios y empresariales, cívicos y religiosos".El mensaje, además de dejar claro que no pensaba abandonar la gobernación, dio la impresión de que ella era de las pocas personas en las esferas de poder que había entendido la furia sanguínea del país que estuvo 15 días en la calle exigiendo, entre muchas otras cosas, una sensibilidad distinta de parte del poder.Fueron señales importantes. En los próximos días, vinieron otras. La manera serena, pero firme, en que hizo frente al movimiento de tropas contra ella que se produjo en el PNP...

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