Silencio

Miguel Rodríguez Casellas

Esta semana, visitando San Francisco por vez primera, encontré otro tipo de silencio. Nuevamente, su percepción se ata al origen propio, a lo asimilado como normal por costumbre y rutina hasta volverse invisible (¿o será inaudible?). Este nuevo silencio viene de un sitio que ha logrado erradicar una buena parte de la violencia de género de toda su vida pública, institucional y privada.

En Puerto Rico el asunto se inscribe reductivamente como una causa donde la víctima es una mujer indefensa y el hombre es un agresor compulsivo. La insistencia en ese único escenario ya es de por sí un tipo de violencia de género, al excluir al principal agredido en esta cultura de cunetón y peste a macho, que es el "macho" mismo, forzado a mutilar su humanidad para complacer a una mayoría embrutecida por voluntad propia, no por fuerzas imperiales ni contubernios capitalistas. La violencia de género se vive en todo el espectro de la convivencia nacional porque así lo quieren los puertorriqueños.

El rasgo más común de...

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