¡Soñar a lo alto, soñar a lo grande!

Cuando nuestros pasos no encuentran cómo seguir por la extensa y pesada obstrucción del racismo, discrimen y xenofobia, el atrecho de la indiferencia no es una opción. Cuando nos paralizamos por el miedo y la perplejidad que evocan la violencia, la corrupción y el frío desdén, el atajo de los silencios está proscrito. Cuando pensamos que no hay futuro, que la esperanza emigró junto a tanta gente y que la isla se achica a pasos agigantados con la erosión de la soberbia, el lucro desmedido y el menosprecio, tomar la senda de la cobardía nos llevará al país de la nada.

Cuando crees que todo está perdido, no, no lo está, porque hay niños soñando con un mejor Puerto Rico. Sueñan a lo grande, a lo mucho, a lo alto, a lo infinito. Sueñan de día, de noche, de siempre. Sueñan a gritos, a reclamos, a verdades. Sueñan lindo, de esperanza y de razón. Sueñan como lo hizo Martin Luther King, a quien una bala le arrebató la vida el 4 de abril de 1968, detuvo sus pasos a los 39 años y, a la vez, lo inmortalizó.

Cincuenta años más tarde, la influencia del líder del movimiento contra el racismo y el discrimen en Estados Unidos estaba sentada en un pupitre junto a 33 estudiantes de la escuela intermedia Mercedes García de Colorado, en Cataño. Bajo la atenta mirada del maestro de español Ángel Luis Soto, los niños de octavo grado plasmaron en ensayos sus sueños, en uno de los momentos más críticos de Puerto Rico.

Son un soplo de aliento.

Recibieron a El Nuevo Día en la biblioteca del plantel y con un sonoro sí de forma unánime, respondieron la pregunta de si creían que, desde Luther King hasta hoy, seguíamos padeciendo de la epidemia del racismo.

La contestación refleja que se ha ganado terreno, pero las raíces no han muerto y por eso se disemina como la yerba mala.

“Las personas no deberían discriminar. Todos somos seres humanos. El racismo no debe existir”, sentenció Javish Collazo.

¿Qué sueñas para la isla?

—Que vuelva la electricidad en todo Puerto Rico y que nos levantemos lo antes posible. Los puertorriqueños somos buenos y podemos... Alguna gente no es tan agradecida.

¿Por qué dices eso?

—Como yo no estuve tan afectado, tuve la dicha de ayudar a otros con más necesidades y había gente que exigía cosas sin valorar lo que le daban. Eso está mal.

¿Qué cosas exigían?

—Hubo una señora que, de verdad, me dejó en shock porque dijo: “¿Para qué van a seguir dando agua si no está fría?”

¿Qué pensaste al oírla?

—Pensé: “Señora, no sea tan ingrata, no menosprecie...

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