Una sonrisa que ha durado un siglo

Por Sandra Caquías Cruz

scaquias@elnuevodia.com

La excomadrona del barrio Vegas Arriba, en Adjuntas, es una diminuta mujer de pelo blanco que camina descalza y que se apoya en un palo de escoba para recorrer los senderos de esa comunidad.

Las arrugas de la piel revelan su longevidad. El hijo estima que tiene 113 años, una edad que solo puede evidenciar con la tarjeta electoral. Un documento del Seguro Social revela que nació en el 1910 y no en 1900 como refleja la tarjeta electoral.

No existe un certificado de nacimiento o acta de bautismo que confirme el año de nacimiento de doña Delia, pero los que la conocen no tienen duda de que ha vivido mas de un siglo. La mujer nació un 10 de enero. Tuvo hermanos que murieron a los 104 y a los 95 años.

Una vecina, Alicia Acevedo, quien nació en la comunidad, no pone en duda que doña Delia tenga 113 años. "En esta área la gente dura muchísimo", comentó al tiempo que destacaba que su papá murió a los 93 años y su padrastro tiene 94 años. "Yo creo que es el frío, o el ambiente", dijo entre risas.

La casa de doña Delia también tiene más de un siglo, aseguró José Méndez Torres, de 71 años e hijo de la mujer. El hombre mostró que las vigas que sostienen la armazón de la casa son los mismos troncos con los que hace más de un siglo la construyeron.

Las vigas no cedieron al comején que le impregnó su huella. "Esta casita es demasiado vieja", expresó el hijo, quien se comunicó con el municipio en busca de ayuda para repararla. La pequeña vivienda, decorada con cuadros religiosos y fotos de familiares, es de madera y zinc. No está pintada por dentro.

Las ventanas abren de par en par para revelar el contraste de colores de la sierra que une a Adjuntas y Jayuya. Son las mismas ventanas que permiten la entrada del frío mañanero que invade a Adjuntas los primeros meses del año.

"En esta casita nacieron mis hijos", dijo doña Delia, quien se expresa en oraciones completas, pero no sostiene conversaciones. Es la misma estructura, con huecos a causa del desgaste de la madera, en la que crió a sus nueve hijos. Tres de ellos están vivos, dos en los Estados Unidos. La longeva mujer es viuda hace 45 años.

El hijo es quien le cocina. La comida preferida de ambos son las viandas que cosechan en las dos cuerdas de terreno donde tienen enclavada la casa. También crían allí gallinas ponedoras, por lo que también se alimentan de carne de pollo y huevos.

"Come toda clase de carnes", dijo don José, quien mostró la olla en la que...

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