Vidas marcadas por la transfobia

Natasha Alov trabaja en una discoteca en horario nocturno. Allí, la gente es igual que ella, no la agrede ni la juzga con la mirada.De día, prefiere estar en su casa. No se siente segura caminando por las calles. "La gente me mira, me grita, me hace comentarios que me hacen sentir incómoda. Es la violencia más grande que una persona pueda recibir, no poder salir, vivir presa, básicamente, de una sociedad que no nos acepta, que no nos respeta", confesó."Yo no puedo caminar por la calle sin que la gente me mire, me grite, me diga cosas fuera de lugar, y eso me lleva a un punto de no querer salir de mi casa", agregó.Natasha tiene 24 años. Hace un año que definió su identidad de género y comenzó a identificarse como una mujer trans. Fue un proceso complejo y lo sigue siendo. Viene de una familia religiosa. Su padre es pastor y su madre, maestra en un colegio cristiano. En su casa, hay mucho amor y apoyo, pero comoquiera es "difícil".El asesinato de Alexa -una mujer trans y paciente de salud mental que deambulaba hace casi un año- fue grabado, la madrugada del lunes, por sus perpetradores, quienes momentos antes de acabar con su vida, la acosaron y le lanzaron comentarios transfóbicos. El asesinato, que grupos de derechos humanos exigen que se investigue como un crimen de odio, ha sembrado el miedo entre la comunidad trans."Ahora mismo, todas las chicas están ‘paniqueadas’. Ya no se atreven ni a salir de la calle… eso es lo que quiere la sociedad, vernos encajonadas, como nos tenían antes", señaló Ericka Serrano.A sus 56 años, Ericka ha visto la evolución del trato de la sociedad puertorriqueña hacia la comunidad transexual. Aunque "el maltrato siempre lo ha habido", para la década de los 70, el tabú era a tal punto que se veían en la obligación de "coger calle". "Hoy día hay clínicas, psicólogos que nos ayudan", compartió.Dijo que, contrario a sus compañeras, no vive con miedo, pero reconoció que el asesinato de Alexa, de 28 años, representa un retroceso en la lucha de la comunidad. "Si habíamos caminado 10 pasos, nos están retrocediendo cinco, porque esto no se va a quedar aquí, esto va a traer cola", advirtió.Para el psicólogo clínico Miguel Vázquez, la muerte Alexa implica, en efecto, un retroceso en aquellas áreas en las que se habían logrado avances y reconocimientos que, aunque no han sido muchos, están ahí. "Esto envía un mensaje bien horrible a la comunidad de que no están seguras, de que Puerto Rico no tiene una sociedad inclusiva, que...

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