Lo viejo y lo nuevo

Al dramaturgo alemán Bertolt Brecht se le atribuye haber dicho: "La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer". Metidos como estamos hasta el cuello en la parte más viscosa de las tribulaciones por las que hemos estado atravesando durante los últimos años, los puertorriqueños quizás no hemos podido percatarnos de cuánto ese poderoso enunciado nos aplica.Lo viejo agoniza ante nuestros ojos atónitos. Hace unos años, todo lo que aquí se daba por hecho se ha derrumbado a nuestro alrededor. Bajo el peso de la bancarrota, un estado que hace décadas había dejado de ser modelo de eficiencia acabó de caer.El gobierno no genera ingresos suficientes para operar. Hoy en día, no puede garantizar cuestiones muy simples como transporte ininterrumpido hacia Vieques y Culebra, más complejas como procesar cadáveres en tiempo razonable, o indispensables como rendir cuentas claras sobre sus finanzas. Hay racionamiento de agua en ciertos sectores, y lo habrá pronto en otros, no por sequía, sino porque nunca se atendieron los problemas de disminución de capacidad de almacenamiento en los embalses.Mientras eso ocurre, nos golpean con frecuencia de vértigo noticias de supersalarios en el Ejecutivo, reclutamientos para dirigir agencias de gente cuya mayor virtud, si no la única, es la lealtad al partido y contrataciones a diestra y siniestra en la Legislatura. Además, en medio de tanto problema apremiante, vemos a legisladores invertir tiempo en tratar de restringir el derecho de las mujeres a decidir qué hacer con sus embarazos o resistiendo la idea de prohibir las medievales y crueles supuestas terapias contra la homosexualidad.El status colonial quedó al desnudo. Estados Unidos puso a su colonia bajo lo que para todos los efectos es una sindicatura manejada por la Junta de Supervisión Fiscal. La isla perdió cerca del 10% de su población en la última década. Cientos de escuelas han cerrado. A la Universidad de Puerto Rico (UPR) la han obligado a justificar su existencia. Están amenazadas las pensiones de retirados del gobierno.Ante este panorama, la sociedad se siente maniatada y frustrada. Vivimos bajo la incómoda sensación de que un pequeño grupo se beneficia de la desgracia de muchos. Vemos cómo mientras grandes sectores de la población pasan enormes necesidades, los de siempre mantienen y hasta aumentan sus privilegios. Sentimos que la clase política es una casta aparte que solo responde a sus intereses y a los de...

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