¿QUIÉN LE TEME AL LIBRO-E?

POR Luis Rafael Trelles. Especial El Nuevo Día

FOTOS POR Wanda Liz Vega . ILUSTRACIÓN EVELIO CORTÉS . FOTOMONTAJE DENNIS FOX

Navegando a través del texto, la demostración dio la impresión de un volumen en esteroides. Al llegar a una referencia de una canción popular, Medina pulsó sobre la palabra en la pantalla. El hiperenlace transporta al lector a un video de la canción en YouTube.

"Estoy tratando de cambiar la experiencia desde sus cimientos", comenta mientras muestra las posibilidades interactivas del nuevo formato.

Medina, junto a otros colegas, está dando los primeros pasos en Puerto Rico de una revolución libresca, posiblemente la más grande desde la imprenta de Guttenberg, inventada alrededor del 1440.

Los dispositivos para leer estos textos, como el Kindle de Amazon, el iPad de Apple, el Nook de Barnes y Noble, el Kobo de Borders o el e-reader de Sony abren el camino localmente y en gran parte del mundo.

En este panorama, los libros se compran en forma de archivo digital en las librerías electrónicas para leerse en los aparatos mencionados.

Hiram Sánchez Barreto, que ofrece un servicio de conversión de libros a este formato, Kindlectura, está convencido de que es "una herramienta excelente para difundir la palabra".

En la tienda en línea para el Kindle de Amazon, la más grande de todas, se encuentran unos 950 mil títulos listos para descargarse. Un conteo informal revela que de éstos, menos de 100 son de factura puertorriqueña.

"El libro-e está en 'pampers'" comenta Sánchez Barreto. "Estamos en la era de los incunables digitales", dice, refiriéndose a las primeras ediciones de la imprenta original de Guttenberg. Añade que "aún hay muchos autores con miedo, aferrados al papel".

José Borges, un autor que publicó su primera novela, "Esa antigua tristeza", el año pasado, fue de los primeros en jugar con las nuevas posibilidades.

Buscando ampliar la proyección de su trabajo subió el cuento "El desahucio" a la tienda del Kindle, donde se puede descargar por 99 centavos.

"Uno tiene que experimentar", expresa Borges. "Está todo incierto, no es como publicar en papel, donde hay una tradición de las editoriales. Esto es todo nuevo".

El experimento tuvo resultados mixtos. "Aprendí que el mercado latinoamericano está menos dispuesto a leer cuentos así", dice. "Tardó mucho en lo que bajó una sola copia de Amazon, ahora vende más".

Borges da en el clavo con una realidad: nuestra región está dominada por grandes librerías virtuales...

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