Arte Urbano: Algo cambió

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

¿Aquién le pertenece el paisaje urbano? A todos y a nadie, eso está clarísimo. Sin embargo, es por esa misma razón que toda expresión artística que ocupe el espacio público estará sujeta al debate porque no hay manera de negarlo: exhibirse es exponerse.

El espacio privado no se salva de ello. Aunque haya piezas que ocupen estructuras con sus debidos dueños, el hecho de que sean parte del entorno de una comunidad y de un espacio urbano, o no, genera en el ciudadano un sentido de pertenencia. No es su propiedad, pero la siente suya y se siente convocado a defenderla. Si por el contrario, la obra artística ocupa un edificio o espacio público, es entonces de todos y de nadie. Lo que no cambia, en ninguno de los dos casos, es que cuando el arte forma parte del paisaje en el que el ciudadano se mueve se vuelve un agente provocador, que tiene un alcance que va mucho más allá del que pudiera tener desde un museo o galería.

En días recientes esto ha quedado evidenciado una vez más con todo el debate público que se generó a partir de los daños, y posterior derrumbe, del que fue objeto un mural de Ismael Rivera en Villa Palmeras, actos que fueron seguidos de la aparición de varios murales -de artistas nacionales e internacionales que forman parte del proyecto artístico Los muros hablan, organizado por Celso González- vandalizados con cruces hechas con pintura blanca y mensajes religiosos. Obras de González, de Miguel Mejía, Juan Fernández, Alexis Díaz, Sofía Maldonado, el belga Roa y los mexicanos mexicano Neuzz y Segofueron estropeadas.

En el primer caso, la respuesta fue visceral pues se trata de Ismael Rivera, un ícono de la salsa y de la puertorriqueñidad que para muchos es un símbolo tan sólido como nuestra bandera a la hora de sentirse identificado y representado como puertorriqueño. Denuncias, indignación y malestar marcaron las reacciones ante el derrumbe del mural de Maelo. Igualmente, el suceso develó la lucha interna que se vive en el barrio donde creció el Sonero Mayor entre su familia y quienes viven allí actualmente. Todo a partir de un mural que deja de estar y algo deja cuando se elimina.

En el segundo caso, tampoco faltaron muestras de indignación sobre todo por tratarse de un proyecto de muralismo urbano en el que intervinieron artistas consagrados y respetados tanto por el público como por la comunidad. Muchos de ellos, los mismos que hace poco menos de una década eran considerados en el...

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