Endurecimiento de los corazones

ÁNGEL L. RIVERA AGOSTO

SECRETARIO EJECUTIVO DEL CONCILIO DE IGLESIAS DE PUERTO RICO

Me parece que por ahí se asoma un intenso problema espiritual. Porque a la ley se le adjudica un poder absoluto que muy bien podría convertirse en la soga que asfixia el cuello de la justicia. Entonces, nos tropezamos con una figura muy pertinente en esta época de Cuaresma, en ruta a la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, llamado el Cristo. Se trata del pecado que se comete, precisamente, en el cumplimiento de la ley.

El sanedrín de la Palestina del primer siglo, en contubernio con los poderes imperiales que dominaban esa región de la geografía bíblica, no dudó en echar mano de preceptos juridico-religiosos para imponer la pena de muerte a Jesús. De hecho, la formulación de cargos fue clara, tanto en términos políticos como religiosos.

En el ámbito político, se le acusaba de pervertir a la nación, prohibiendo pagar el tributo y hacerse rey en oposición al César (Lucas 23:2, Juan 19:12). En el religioso, de blasfemia (Mateo 26:65, Marcos 14:64, Lucas 22:71). En ese sentido, el apego a ordenanzas jurídicas y religiosas provocó una total ignorancia del testimonio de vida y liberación así como de las señales y sanidades que Cristo realizaba, incluso en cumplimiento de las propias Escrituras Sagradas.

La ley y su cumplimiento legalista justificaron la acción, independientemente de si el resultado final de ese cumplimiento fuera la muerte de nuestro Salvador. Es a ese pecado que se comete en el cumplimiento ciego y desmedido de la ley que nos referimos cuando hacemos referencia al fenómeno espiritual del "endurecimiento de los corazones".

Ya el evangelista Juan lo enunciaba cuando cita al profeta Isaías: "Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se...

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