Un hombre de su tiempo

Por Ileana Delgado Castro

ileana.delgadoelnuevodia.com

Roles que desempeñó con mucha profesionalidad y tesón. Todos los que tuvimos el privilegio de trabajar con él, podemos dar fe de ello. De la misma forma, era muy querido y admirado. Tenía un agudo sentido del humor y una gran pasión por la vida y por todo lo que hacía. Era lo que, precisamente, transmitía a todos los que laborábamos con él.

Fue lo que hizo desde sus comienzos en el periodismo cuando, dejó la ingeniería y fue contratado por el ya fallecido periodista Carlos Castañeda, quien había sido comisionado para darle nueva vida a un viejo diario ponceño que pronto se convirtió en El Nuevo Día.

"Carlos le quitó los zapatos a José Luis", es lo primero que dice la viuda de Castañeda, Lillian Castañeda. Se refiere a que Díaz de Villegas venía del mundo de la ingeniería, "de cuello y corbata" y llegó al mundo del periodismo, una profesión más relajada, y decidió usar sandalias.

"Él se entusiasmó mucho y abandonó toda la seriedad de esa profesión para ponerse las chancletas y nunca más se la quitó", recuerda Lillian. De hecho, las sandalias se convirtieron en un distintivo de su personalidad un tanto bohemia. Eventualmente, su cuidada barba blanca y su eterna sonrisa, complementaban la fina estampa que caracterizaba a Díaz de Villegas.

Alto, un poco desgarbado y siempre sonriente, era un personaje en la redacción de la década de los 70 y 80, cuando recién me estrenaba en las lides del periodismo. Verlo de cabeza, por ejemplo, en una esquina de la redacción del periódico, en Puerta de Tierra, era una estampa común. Era su forma de meditar. Aunque nadie se podía explicar cómo, con aquel cuerpo, lograba la estabilidad o, que en medio de tanta algarabía, pudiera hacer yoga.

"Más de una vez asustó a algunos visitantes que no se esperaban ver a alguien así en la redacción", recuerda Silvia Licha, quien fue editora de En Grande, revista que él dirigió en la década del 80 y que se publicó exitosamente durante 16 años.

"Era una persona de mucho talento. Lo mismo hacía el diseño gráfico de un periódico, que una ilustración con cinco líneas que decía mucho. Él era único. No sólo diseñó varias veces el periódico, sino que también fue el responsable de diseñar El Nuevo Herald, que hasta ese momento era bastante rústico y le hizo un diseño fantástico. Era una especie de hombre renacentista", sostiene Licha.

Precisamente, de esa etapa, Lillian recuerda que fue la combinación de Castañeda y Díaz de...

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