140

Huáscar Robles Carrasquillo

El competir por atención en las redes sociales se convirtió de por sí en un deporte durante las Olimpiadas. No sólo los mensajes a segundos de que Culson ganara la medalla de bronce. Fue desde mucho antes. Nadie olvidará los "tuits" de Michel Morganella y Voula Papachristou, atletas cuyos prejuicios fueron más fuertes que su espíritu olímpico.

En el caso de Culson se vertieron mensajes de esperanza y decepción, como si ambos fuesen partes de una misma máquina.

Tal vez lo sean: amor, deseo, máquina. Ésa es la fórmula del olimpismo. Como escribiera Louis Menand en The New Yorker, los juegos en sí mismos no hacen nada. Necesitan de la mediación de una cámara y del amor y desenfreno de su torturada audiencia.

Entonces enfrentamos un nuevo elemento en la alquimia olímpica: las redes sociales, que sólo requieren impulso cerebral mínimo y pulgares con celeridad. La verdad fueron las "tuitiolimpiadas".

Y en esa inverosímil creación de consentimiento analizamos las versiones del...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR