Ambidiestro

Mari Mari Narváez

Cada vez lo siento más inseguro, como si nunca tuviera certeza de nada de lo que dice. Parece un gobernador de "brief". Le van resumiendo las cosas pero él no domina nada en profundidad. Mientras más incierto, más contrae el rostro asumiendo toda la seriedad del mundo. Es una seriedad sin carácter. Un estreñimiento realmente. Es un hombre desabrido que ni siquiera da una señal de aspirar a salir de su insipidez.

Pero lo peor de todo es que, con su carita de inapetente, el gobernador de Puerto Rico actúa exactamente como los maltratantes más clásicos en los casos de violencia doméstica.

La semana pasada, en una especie de código ambidiestro, el gobernador parecía decirles (muy con las muelas de atrás) a sus superiores en el Departamento de Justicia federal que no tardaría en implantar una reforma en la Policía a raíz del devastador informe rendido por esa agencia en torno a las crasas y sistemáticas violaciones de derechos civiles de la uniformada puertorriqueña. Y sin embargo, al referirse a los policías...

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