La escuela pública que necesitamos

CELESTE BENÍTEZ

EXSECRETARIA DE EDUCACIÓN

  1. La politización. Hay que arrancar de las garras de los partidos políticos las decisiones sobre nombramientos y movimientos de personal, currículo y asuntos administrativos de toda índole en las escuelas públicas. ¡Fuera la política del DE!

  2. La corrupción en el manejo de los fondos públicos. El exsecretario Víctor Fajardo (1994-2000) creó una organización mafiosa en el DE para robar millones de dólares de fondos públicos, destinados a forrar los bolsillos suyos, de sus secuaces y del PNP. Esa red de funcionarios corruptos nunca fue desarticulada del todo por las administraciones siguientes. Ahora hay que hacerlo: ¡fuera los corruptos del DE!

  3. Puerto Rico tiene que abrirse al mundo. Tenemos que quitarnos las gríngolas que nos hacen mirar siempre hacia Washington en busca de soluciones a nuestros problemas. La educación elemental y secundaria en Estados Unidos es mediocre: hay que estudiar los mejores sistemas asiáticos, europeos y latinoamericanos para mejorar el nuestro.

  4. Excelente supervisión a todos los niveles. El DE tiene que medir el desempeño de sus funcionarios docentes y administrativos con instrumentos eficaces y justos para mejorar la eficiencia del sistema y elevar drásticamente la calidad de sus servicios educativos.

  5. Directores de escuela. Los directores de escuela y los maestros de salón de clases son los funcionarios más importantes de nuestro sistema educativo. Hay que reclutar sólo a los mejores directores, darles los medios que necesitan para hacer bien su trabajo, y remunerarlos adecuadamente.

  6. Los maestros. Las universidades deben reclutar sólo a los mejores estudiantes para Pedagogía, elevando considerablemente sus requisitos de admisión. El maestro deberá tener una formación académica sólida en las materias que enseña, además de conocer sobre el desarrollo cognoscitivo, social y emocional de sus alumnos. Debe sentir verdadera vocación por el magisterio y verlo como una profesión de vida, y no como un resuelve temporero en lo que encuentra un empleo mejor. A ese maestro de excelencia, el DE tiene que pagarle un sueldo cónsono con la importancia de su labor y tratarlo como una vez trató al maestro toda la sociedad nuestra: como una figura...

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