Hidalguías

Angélica Plá

Otra vez, los afanosos de alguna clase de apocalipsis centrarán sus fuerzas más en una desatinada esperanza que en datos concretos. Pero la cercanía de tal fecha a nuestras elecciones del próximo año pone a muchos los pelos de punta, mucho más que con un cataclismo, pues las ignotas profundidades de lo que están armando los dos partidos con mayor posibilidad de vencer, desatarán sus vientos ese día.

El 2012 puede ser, como también se dice en México, el año de Hidalgo (o sea, la madre del que deje algo). Si el incumbente revalida no habrá que rematar lo que quede entre el 7 de noviembre y el fin de año.

Es decir, se evitaría el corre-corre de contratos de última hora, la movida de dinerillos de una cuenta a algunos bolsillos: "El que venga atrás, que arree", eso dirán. Los que arreamos somos nosotros, los anónimos que pagamos impuestos por gobiernos cada vez más descosidos y más indiferentes.

Si por el contrario gana el retador, al erario le quedará el ojo más maltrecho que el de...

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