Éste fue el año que fue

CARLOS FUENTES

ESCRITOR

El norte de África se sacudió los regímenes autoritarios en Túnez, de Hosni Mubarak en Egipto y de Muamar el Gadafi en Libia, obligando a los gobiernos vecinos (Marruecos, Argelia, Jordania e incluso los Emiratos y Arabia Saudita) a curarse en salud introduciendo reformas tibias y graduales. Túnez prendió la alarma con el suicidio en llamas de Mohamed Bouazizi.

Siguió Egipto, con un movimiento motivado por el desempleo, la anacronía del sistema y la intercomunicación de las clases medias y trabajadoras gracias a los medios de comunicación que escaparon al dominio oficial: Twitter, Facebook, las redes sociales en general. Como en la Revolución Mexicana de 1910, la caída del dictador fue sólo el primer acto de una transformación que se antoja larga y difícil, dada la fuerza del ejército, las diferencias éticas y religiosas entre musulmanes, coptos cristianos, griegos, armenios y maronitas además de saidis, nubios, beias, etc. Como México al caer Porfirio Díaz, el Egipto post-Mubarak tomará años en darse su moderna fisonomía. Pero dos cosas parecen ciertas. El pasado no regresará, y los musulmanes tendrán la primacía política.

Si la revolución egipcia fue doméstica, la de Líbano recibió ayuda militar directa de Francia e Inglaterra, así como sobrevuelos de los Estados Unidos. Nadie lamentó la caída del cruel tirano Gadafi. Todos nos preguntamos cuál será el destino de Libia después de cuatro décadas de dictadura personal. Los países de la región aguardan y el otro gran tirano del Oriente Medio, Bashar al Assad, deberá abandonar el gobierno de Siria, representativo de la minoría alauita, a favor de la mayoría suní. (Los suníes, me entero, dicen honrar a los cuatro primeros califas que sucedieron a Mahoma; los alauitas sólo reconocen al cuarto califa, yerno de Mahoma).

Más allá, en Oriente Medio, en Irak los norteamericanos se van y queda Nuri al Maliki al frente de una república facciosa y una economía en ascenso. Del otro lado del Golfo Pérsico, la teocracia de Ali Jameneí mantiene al gobierno títere de Ahmadinejad como frente previo a la negociación con Estados Unidos. El actual gobierno de Teherán es una fachada sacrificable al poder de los ayatolas. Amenazada por Israel a causa de sus armas ofensivas, aunque también por una oposición interna que puede manifestarse con vigor en 2012, ser apoyada por Washington y privar de agresividad al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a quien las organizaciones políticas...

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