Franker Logus

Félix Jiménez

"Nada de orgullos ni pretensiones me enaltecen", dice el anuncio, "sino la verdadera ofrenda que el público de mí estime, es mi mayor ideal; nunca vacilo en continuar ofreciendo mis servicios a todo aquel que de mí los solicite; corresponder generosamente es una espontaneidad, cumplir con lo que ofresco (sic) es una satisfacción".

Ah, la búsqueda del agrado, el agrado que tan afanosamente perseguían los ganadores y los perdedores de ayer en el misterio de las urnas después de días de anuncios que se deslizaban entre la programación detestable de algunos canales y radioemisoras y que respondían a las nece(si)dades de los que gesticulaban y gritaban como si ayer hubiera sido el fin del mundo.

La tragedia de ayer fue la movilización de algunos pocos para absolutamente nada. Hipnotizados, respondieron al llamado de los burdos y los absurdos.

Pero este anuncio no es reciente. Es de un gran político que no era político, pero que sabía que la política era otra cosa. O lo mismo: sugestión y atracción del pensamiento.

En el logos franco de Franker Logus, "profesor en ciencias ocultas, el hombre de gran poder misterioso, el hombre de la gran voluntad, un gran mago del pensamiento". En las...

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