Desapego

Miguel Rodríguez Casellas

Conciencia tenía de la falta de civilidad en el espacio, la desfachatez boricua con la que se impone el cuerpo sin reconocer al otro, sea frente al elevador o saliendo del Tren Urbano, pero desconocía que la mayor fuente de conflictos de convivencia en Puerto Rico surgiera de la manera cómo se experimenta el tiempo.

Sería fácil decir que uno opta por la velocidad mientras la Isla pospone indefinidamente. Eso recuerda la enervante gestión de agencia gubernamental, y la propagación del modelo procrastinador al negocio privado, pero no, el malestar corre por un lugar menos transitado que este tópico del tiempo isleño.

Molesta la imposición de un calendario religioso, cuya respuesta a ciclos terrenales desapareció de la conciencia. Ni los huevos de Pascua, que hablan del cuerpo fértil y deseante, pueden contra el ruido proselitista que dedica más tiempo a ideologizar nuevas formas de control que a adelantar la convivencia plural y solidaria.

En el tiempo del trabajo unos son explotados por otros. En el tiempo -alegadamente restaurador- del ocio se comprueba que poco existe sin haber sido colonizado por el mercado. No hay espacio público porque no hay actividad común que requiera ocuparlo. Los usos itinerantes sobre el...

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