RR

Manolo Núñez Negrón

El trámite puede variar de un caso a otro, bien es cierto, aunque por lo general el proceso es bastante uniforme. Llegas con tu doctorado debajo del brazo y te personas al departamento correspondiente, con un sonrisa de vendedor ambulante. Pides una cita con el director, entregas tus credenciales y, si tienes suerte, pasado el tiempo, recibes una llamada telefónica justo un día antes de que empiecen las clases. Entonces te ofrecen los dos o tres cursos que nadie quiere. Sin chistar, aceptas la oferta y te apañas lo mejor que puedes, viviendo de tus ahorros. El primer cheque, todo el mundo lo sabe, llega tres meses después de firmado el contrato.

El panorama, desde luego, se te podría complicar todavía más. La mayoría de las veces tienes que sacar tus propias copias, comprar las tizas, aceptar que te cancelen el programa docente sin previo aviso y aguantar, haciendo buche, los caprichos del decano.

Colegas hay por ahí, de paso sea...

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