Muñeca

Gabino Iglesias

Con el paso de los años, en lugar de desaparecer, La Comay se fue metiendo en el tejido cultural del país. Los niveles de audiencia siempre fueron envidiables. La chismología salió del barrio, ocupó el "prime time" y los niños de Puerto Rico crecieron con la idea de que se podía triunfar en la vida aun llamándose Antulio y con un apodo igual de feo.

Hoy día, La Comay es un retorcido tumor cultural que le otorga infinita veracidad al dicho popular de que sarna con gusto no pica. Generaciones de puertorriqueños piensan en La Comay cada vez que dicen o escuchan "aparente y alegadamente" y cientos de abogados en ciernes han leído casos de la muñeca.

Sin embargo, mi asco sigue ahí. Mi desagrado nunca ha dejado de existir y sólo ha encontrado desahogo en tertulias de alto vuelo con críticos culturales que sueñan a escondidas con...

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