Espérame

Yara Liceaga

Indiscriminadamente hombres fuertes y mujeres de constitución robusta, ancianas, veteranos, recién nacidos con sus madres, niñas con sus padres, adolescentes, discapacitados con bastones, con silla de ruedas, turistas, extranjeros, toda la gama de particulares que utilizan los servicios de transportación pública han tenido, en algún momento u otro, que correr para no perder el servicio. Correr, exactamente.

Estamos hablando de cualquier persona con cualquier condición, o no, de salud imaginable.

Sin falta, ver a la gente corriendo para no perder el pon que pagan, pienso en mis familiares que sufren del corazón y cómo este estilo de vida urbano les acortaría considerablemente la vida. A veces es desgarrador -sí, así de dramático- ver a una persona "fajá" corriendo y que el chófer decida darle chambón al acelerador y dejarla "arrollá".

Siempre me impresiona la desconexión entre unos y otros: "pisicorres", metrobús, AMA, Tren Urbano, lanchas, "troleys" municipales, etc. Quienes somos...

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