'Me estoy adaptando'

Por Aurora Rivera Arguinzoni

Enviada Especial

Así han sido todos los días desde que llegó al Shepherd Center, en esta ciudad.

Durante la noche su sueño fue interrumpido en múltiples ocasiones cuando personal de enfermería vino a realizar el vaciado de su vejiga mediante cateterismo, a voltear su cuerpo de lado para que sane la úlcera que tiene en el área sacral (y prevenir que desarrolle nuevas), a darle algún medicamento o simplemente a verificar que todo estuviese bien. Así han sido las noches desde que llegó al Shepherd Center.

Tan pronto abre los ojos y mira a su alrededor, comienza a ver fotos de las personas a las que más ama: sus hijas, su esposo, sus padres, sus hermanas, sus amistades. No es que necesite verlas para recordarlos, es que su ángel guardián, Rosa Santiago, su madrastra aunque ella prefiere llamarle "mi segunda madre", se ha encargado de decorar su habitación literalmente de puerta a puerta (tiene tres) y de pared a pared. Después de todo, ellos son su motor.

Luego de una breve sesión de estiramientos asistida por alguna enfermera, sale de la cama para asearse, vestirse y desayunar. Así que se desliza y acomoda en la silla de ruedas que le fue asignada en la institución, y que con frecuencia es ajustada para satisfacer sus nuevas necesidades. El cuadro de la silla es verde intenso, vibrante, como si hasta en eso quisieran emparejar la silla con ella, una mujer a la que todos describen como enérgica, alegre, determinada y muy luchadora.

Esas cualidades son como viento que sopla a su favor en la travesía que comenzó el pasado 22 de septiembre de 2012, cuando fue impactada por un vehículo en San Juan, mientras entrenaba para el maratón de Chicago.

El 12 de diciembre esa travesía la llevó a Atlanta, donde se estima permanecerá hasta mediados de febrero. En esta ciudad del sureste de Estados Unidos ha perdido unas cuantas libras -pesa 113 libras y mide 5'7"-, pero ha comenzado a ganar la independencia necesaria para vivir tan intensamente como siempre, aunque tenga paraplejia.

Mayra no sabe a ciencia cierta si caminará, pero ha decidido no enfocarse en eso. Mantiene su fe y trabaja hasta el cansancio para lograr el máximo de lo que su cuerpo y la medicina le permitan.

Como parte de su nueva rutina, al menos dos días a la semana recibe algo de ayuda para darse una ducha de pies a cabeza, en los llamados shower day.

El miércoles en que El Nuevo Día la acompañó gran parte de su jornada, era uno de esos días. Así que pidió...

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