¡Pi-ña-ta!

Mario Alegre Barrios

Sin duda alguna, comprendo el gozo. Lo abrazo y lo estimulo, pero únicamente cuando se expresa con nobleza, dentro de los límites del respeto y de la gallardía, nunca para ofender, para denigrar, para ridiculizar, y no lo digo por ese término tan genuinamente boricua.

Estas fronteras suelen violarse con el sentimiento patrio como justificación, no solo de la agresividad explosiva con la que se manifiesta ese éxtasis, sino también de la contundente declaración de que eso nos hace indiscutiblemente los mejores del planeta.

Pero mejores, ¿en qué? En el deporte, por supuesto, imbécil, dirán algunos. Pero ojo: hasta ahí. No lo digo yo, lo dice la historia. Por ejemplo, Roberto Clemente pegó su hit 3,000 y luego de eso no fuimos un mejor país; nuestra selección de baloncesto le ganó a la de Estados Unidos y luego de eso no fuimos un mejor país; Culson, Espinal y Tommy Ramos triunfaron en los pasados juegos olímpicos y luego de eso tampoco hemos sido un mejor país.

Como secuela de cada uno de esos triunfos, tuvimos momentos de alegría nacional, periodos fugaces en los que nos sentimos los mejores del mundo y se gritó "¡pi-ña-ta!" -vocales...

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