Mañanitas

Yara Liceaga

En la misma dirección, pero mirando hacia nosotros, grita un señor. Es temprano así que su voz reverbera por los edificios que conforman la calle, que cuenta con dos aceras a sus costados. El hombre alto y yo ponemos atención en el señor que grita. Éste se dirige al hombre, me doy cuenta, le dice que lleva viéndolo husmear carros, que sabe que lo que quiere es robar y que si continúa va a tomar la justicia en sus manos. Menciona instrumentos, hace acusaciones, gesticula. Había dos o tres vecinos más.

Como había una distancia generosa entre el vecino vigilante y el hombre y yo, el tipo cruza la calle. Me le quedo mirando, noto que toca su bolsillo. Pienso que va a sacar una pistola y que no iría a ser una mañana cualquiera. Pero el hombre no pronunció palabra y puso una cara que me mantuvo con ánimo decaído el día entero.

Cuando realmente me di cuenta de la movida, a pesar de haber mirado y escuchado...

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