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Miguel Rodríguez Casellas

Lo que quiero saber aquí es si al final del "blockbuster" veraniego alguien ha sentido que ese final feliz, producto del consenso de los grupos focales y los intentos de reconciliar demografías diversas en una misma emoción, les ha dejado fuera de la película. Uno, en definitiva, no se cree la transformación de los personajes, y tampoco parece sentirse cómodo con la moraleja que flota sobre las cabezas de una audiencia llorosa o jubilosa, lo que sea que la catarsis buscaba.

Así me siento frente a la nota de prensa que narra las disculpas llorosas de Joseph Joel Morales Serrano al activista gay Pedro Julio Serrano, a quién antes acosó desde Twitter. El cinematográfico acto de contrición ocurrió frente a la titánica presencia del juez federal José A. Fusté.

Dejando el sentimentalismo a un lado, hay matices de parodia en esta nota. Minutos antes, Fusté le había dicho al acosador arrepentido, "aléjese de esa mierda", refiriéndose a Twitter, para luego sentenciar, como viejo rezongón, contra el uso de malas palabras, y que en Puerto Rico abusamos de la libertad de expresión, que aquí "están constantemente cruzando la raya, no sé si por la cultura...

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