PrEnSa

Por el Infiltrado

Entonces, cuando lo veo acercarse, veo venir la muerte y viene de frente. Entonces, los dedos se van solos sobre el teclado, se mueven como si las muñecas, los brazos y los codos los persiguieran, como si teclear fuera una garantía de que las uñas no van a caerse. Frente a mí papeles llenos de frases, retazos de entrevistas, datos que he ido recopilando, información que es ruido, estridencia y en poco tiempo debe convertirse en música de cámara.

Sigo, no hay tiempo para temer a la página en blanco, hay que dejar que la mano se mueva, creerse pianista y componer al momento. Después leer, releer, reescribir con más prisa aún, a esperar que otros ojos recorran el texto, porque la máquina está...

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