'HACER MÚSICA ES UN ACTO DE NOBLEZA'

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Llegó al Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico con el bulto que carga su saxofón de inscripciones y piedritas con el que lleva más de 20 años. A Edgar Abraham Marrero, conocido artísticamente como Edgar Abraham, se le llama saxofonista y con frecuencia, tras pronunciar su nombre, muchos lo califican de virtuoso.

El hacedor musical de 32 años maneja 16 instrumentos y comenzó a tocar el violín a los 3.

Algunos de los proyectos de su agenda reflejan su carácter; por un lado está volcado en su proyecto discográfico Quíntuples, por otro, trabaja como arreglista y músico en el nuevo disco de Calle 13, y además prepara un concierto en Carnegie Hall, en Nueva York para el 2014.

El jazz y la música clásica son algunos de los lenguajes a los que adapta su llamado, su modo de interpretar, y eso lo ha llevado a trabajar en tarimas o estudios con Giovanni Hidalgo, El Gran Combo de Puerto Rico y Calle 13, entre otros. Su existencia dedicada a la música le permitió conocer temprano el saxofón. Tenía 9 años, y a sus 6 o 7 tocaba la flauta. Dice que el saxofón le cayó "como anillo al dedo", y no es que lo diga sin más, es que lo siente. Como el amor, que uno simplemente sabe, así es con su saxofón.

"Llevo 23 o 24 años tocando ese instrumento, practicaba horas muertas y como a eso de los 12 años estaba tocando en festivales de música popular. La tradición musical me hizo cómodo el proceso. Y a los 14 me presenté con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico", relata sin rastro de vanagloria, sino como quien hace un cuento.

La tradición de la que Edgar Abraham habla es la del hogar. Con un padre músico, la música no demoró. Edgar Marrero, viola de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, lo inspiró desde el inicio, así como el resto del ambiente familiar en el que la música era una constante. "Tantos momentos musicales... mis abuelos eran amantes de la buena música de orquestas de Tito Rodríguez, Machito, toda esa música de los años 50", relata.

El rigor, desde esos inicios, es parte de su carrera. Esa disciplina siempre estuvo, aunque confiesa que también tuvo momentos de cansancio de pequeño. "Pero, a la vez, lo veía como un reto que fue poco a poco parte de mi estilo de vida. Mis familiares siempre han sido bien alegres y siempre me incitaban a tocar; era parte de la motivación", dice quien entre sus 18 o 19 años ya contaba con una maestría del Conservatorio de Música de Puerto Rico.

Las colaboraciones con...

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